Siento, luego existo.

Dices que miento, y te contesto que no es verdad. Recorres mi cara con tus dedos y cierro los ojos porque me siento segura. Solo pienso en tí durante el día y la noche, y no lo sabes. Guardo en mis bolsillos un millón de promesas y besos, caricias y sueños. En mi caja de música suena ése lamento del sur, en mis oídos todavía quedan rastros de "te quieros" y resuenan en mis labios los ecos de silencios que quisieron decirte lo mucho que me importas. Un "ni siquiera sé si sientes tú lo mismo", y un "antes que ver el sol prefiero escuchar tu voz" siguen en mi pecho. Tus cabellos desordenados y tu gesto valiente, tu boca sonriente y tus preciosas manos. Si te digo que eres perfecto, miento. Eres más que eso. Una casualidad me llevó a tí y lo agradezco al destino porque no creo en ellas. Gracias por aguantar todos mis errores, gracias por seguir a mi lado con el paso del tiempo, gracias por estar allí cuando lo necesito, por subirme al cielo con tu presencia. Lo siento si te he herido, si a veces mi forma de ser te ha molestado, si no he entendido hasta demasiado tarde. Sabes que estoy aquí para sostener tu cuerpo cuando tus alas se rompan, sabes que aunque lo haga con torpeza no caerás al suelo. Cuando estoy contigo me siento mejor persona, desaparecen mis miedos y no me cuesta trabajo reír. Estaba muerta, caída en el abismo, y me resucitaste con tus horas. Si sonrío cuando te enfadas es porque me gusta tu gesto, tu ceño fruncido. Si sonrío cuando me coges de la mano es porque me gusta tu tacto, tu forma de decir lo que esconde tu alma. Si sonrío cuando lloro es porque no me siento vacía, siento la tristeza de decepcionarte. Si sonrío cuando estamos en aquél sofá es porque creo que te tengo, a tí y a tus ilusiones.

Si sonrío... es por tí.