martes, 24 de marzo de 2009

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A menudo sueño con decirte las cosas más bonitas que hayas oído nunca.

Esto es amor, pura entrega, sin celos, sin egoísmos ni argucias, sin medias verdades, sin dobles intenciones... y lo mejor es que obtenemos, que obtenemos lo mismo del otro sin siguiera pedirlo, ni buscarlo, ni pensarlo.

Tu boca y tus ojos acaban con ésa sed que tenía, acaban con los miedos, las inseguridades y la oscuridad. Has sido mi amanecer, has sido como un fogonazo de luz y llamas. Como si el conocerte hubiera desencadenado un big-bang. Ahora me parece sentir que hay un mundo entero que creamos nosotros.

Todo me molesta, lo tiraría a un lado cuando no estamos juntos, como si de un empujón pudiera abrir una brecha que me llevara a tí. Ya no somos (ni eres ni soy) los vagabundos solitarios que, con los ojos y el corazón bien cerrados, nos buscábamos en otros labios, en otros cuerpos, en las barras de los bares o en cualquier esquina.

Ya no somos tristes jinetes de sombras y sueños rotos, de soledad y miedo. Se ha rendido la noche a nuestro paso, a nuestro choque frontal... nos subimos como la espuma, y a la vez es pura redención y luz sagrada. Siento en tu abrazo todo el cariño que quiero darte, y te apreto más y más fuerte. Es un círculo vicioso del que no quiero salir. A lo mejor es porque te necesito, a lo mejor es porque estoy enamorada. ¡¿Quién sabe?! Estoy segura de que ha sido el destino.

Por eso hoy, aunque no me salgan todas esas palabras que pensaba decirte, te pido que te conformes con esto. Que no es lo más bonito que podría escribir, que volveré a intentar teclear algo que esté a tu altura. Que un "te quiero" no basta para expresar todo lo que siento, pero que tú ya lo sabes. ¡Que vaya más rápido el tiempo y se detenga cuando estemos juntos!

Es mi único deseo...

lunes, 9 de marzo de 2009

elecciones

Ya está aquí el destino. Ya ha vuelto para pegarme una patada en el culo.
Y no, no estoy de bajón.
Estoy simplemente confundida, aterrada y paralizada. Veo el norte, pero...es como si no pudiera caminar recto hacia él. Es como si estuviera borracha, caminando en círculos.
Tengo miedo de volver al infierno. Tengo miedo de no elegir la puerta correcta. Ya sabes, le eterna elección y el miedo a equivocarse. Pero a la vez no quiero seguir sentada en el rellano, con los brazos rodeando mis rodillas y lamiendo mis heridas.

Creo que es hora de dar un paso.
El primero en mucho tiempo.

Y, como dijo Tolkien, eso es peligroso.