lunes, 31 de agosto de 2009

Un nuevo espacio para una nueva persona

He estado mirando mi blog y me he dado cuenta de que ya a penas escribo! ¿Cómo puede ser eso? Con lo que me gustaba lanzar mis mensajitos a cada persona que quisiera leerlos!

Le he esado dando vueltas al tema, y creo que he dado con la solución.

Antes había una personita que escribía este blog y le parecía chachi-piruli todo lo que ponía. Pero es que ahora esa personita ha cambiado y ha crecido, y todo lo que hay escrito (o por lo menos las entradas así más antiguas) le parece una soberana gilimemez, y ya no se siente cómoda con este blog.

¡En fin!

¿Y qué hacer? No voy a hacerme OTRO blog para sentirme más a gusto, y tampoco puedo borrar las entradas para tapar que yo he sido una persona un tanto quejica/llorona/solitaria/yoquéséqué...
Lo único que se me ocurre es cambiar la plantilla y cambiar lo que hay en él, como si fuera un punto y a parte, y empezar a escribir cosas más... no sé cómo decirlo... más mías. De ahora. Lejos de la niña de 16 años que empezó a teclear sus penas adolescentes porque estaba bastante jodida por cosas de niñas de 16 años. Sé que me va a costar retomar la marcha y todo eso, pero... ¡por algo se empieza! =)

Y a eso se debe el cambio de formato!
Si es para bien o para mal... ¡decídmelo vosotros! ^^

jueves, 20 de agosto de 2009

A contracorriente


Últimamente me da pena salir a la calle. Me da pena ver en qué se ha convertido la gente a mi alrededor, me da pena ver sus caras decrépitas y sus ojos permanentemente rojos. Me da pena oler el perfume del porro en sus ropas, en sus mejillas, al darles dos besos.

Odio ése olor.
Con todo mi ser, lo odio.

Es un olor sucio y nauseabundo, olor a pobreza de espíritu y a discoteca de pueblo. Huelen a viejos verdes y a charcos de barro, a asfalto y a vacío. A agujeros negros. A agua putrefacta, estancada y sin esperanza de fluir.

Me dicen que eso es lo normal, que soy yo una radical y una friki idealista. Una intolerante porque me pregunto por qué sólo saben divertirse liando papel y tirándose en las aceras para reírse de lo que no tiene gracia, porque me atrevo a decirles que tiran su vida a la basura con cada ralla de coca que se meten por la nariz, porque sin querer arrugo la nariz cuando se me acercan, porque no me sale mirarles de otra forma que con lástima. Porque ya no me siento a gusto en mi propio barrio, con lo que antes era como una familia.

Pero lo que más me duele es el olor.

Como dice mi amigo, apesta a perdición.