lunes, 15 de diciembre de 2008

el piano



recuerdo cuando mi profesora de piano intentaba por activa y por pasiva enseñarme a tocar esta canción. Nunca me gustó tocar el piano, yo sólo quería escucharlo. Odiaba estropear con mis dedos torpes y desentrenados las partituras y equivocarme una y otra vez. No me gustaba practicar ni estudiar sobre ésas teclas. Siempre lo estropeaba. Todo.
Otra vez repito en mi defensa que sólo quería escucharlo sonar.
Era mi canción favorita de Satie.
Y no pude tocarla nunca.

Sigue sin atraerme eso de tocar un instrumento. En aquellos años logré aprender sin demasiado esfuerzo y de forma mediocre la canción de Into the West (Enya) y el opening de Slayers (más de oído que de otra cosa). Pero es cierto lo que dicen: si algo no te gusta, estás avocado al fracaso. Me acuerdo de que me sentía mal cuando me sentaba en la banqueta e intentaba sacarle brillo a las notas sin éxito alguno. Las comparaba mil veces en la mente con la forma que quería darles y nunca me salía.

Poco a poco fui tomando manía a aquella casa, a aquellas escaleras de caracol que daban a un subterráneo oscuro donde, en medio de la sala, se agazapaba aquél monstruo enorme de dientes alargados esperando que me sentara a destrozar las canciones. A lo mejor el propio piano se reía de mis intentos, más de una vez me lo pregunté.

Carecía de sentimientos como para reflejarlos en la música. Fueron unos años vacíos y anegados de sombra, en los que poco me faltó para dejarlo todo atrás por estar demasiado hueca.

Al final dejé piano.
No me gustaba tocar el piano.
Yo sólo quería escucharlo sonar.

1 comentarios! =D:

Transeúnte dijo...

...Qué bonito...
Me has emocionado enserio, me ha encantado tu entrada.

No podrías haber usado otro adjetivo mejor para definir esa sensación: hueco.
Es justo la que utilizaba yo para definirme en mis malas rachas; justamente cuando me sentía hueco, cuando todo te da igual y parece que no tuvieras sentimientos...

Bueno, hasta la próxima ;D